lunes, 12 de septiembre de 2011

El hambre de los maldecidos.


Sentado en el anden, justo al frente llega un tren. Las ratas salen.

Aún sentado, justo al frente llega otro tren. Las ratas salen.




Mi duro asiento se volvió incómodamente confortable; el tren llega. Las ratas salen.

Pasan los minutos, y mis codos se apoyan en mis piernas en un gesto cooperativo. Las ratas salen.

Un tren no muy diferente a los demás, llega a la estación, cuento hasta 3, y abre las puertas; las ratas salen.

Los túneles fueron violados por un tren que acaba de llegar al anden. Abre las puertas, las ratas salen.

Llega un tren a la estación, justo antes que empezara el zumbido del santísimo "cierre de puertas", un angelito de dientes de leche ingresa al tren con su mamá; La pequeña rubia me queda mirando a los ojos con persistencia de asesina, con fuerza de titán, con certeza de reloj, con aires de combate.

Se cierran las puertas. frunce el ceño, yo lo frunzo más.
El tren ya partió del anden muy lentamente, empieza a avanzar. Antes de despedirme de la criatura con la mirada, se despide invicta levantando el dedo del medio con una sonrisa malvada en su rostro.



....´



"Jajajaja.. debe ser la ratita más adorable que he visto en mi vida."

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