jueves, 16 de febrero de 2012

El ciego de Quilin.

Me despedí de ella y me bajé rápidamente del metro, casi se me cierran las puertas en el rostro, pero supe moverme. Suspirando mas de lo normal, subí las escaleras al ritmo de la robusta señora que iba delante mío, me era inevitable despejar la mirada de sus pies que le rebalsaban las chalas... osea, ni tan chalas, son de ese tipo de calzado que usan las minas que está de moda, de ese que son entre bota, zapato, sandalia, taco, etc, bueno la cosa es que la mujer que iba al lado avanzó un poquito mas rápido y pude adelantar a la gran señora. Empujando las puertas de salida del metro, hice mi típico acto de observarme en el reflejo de las boleterías cerradas, "Compadre", me dije con una sonrisa, que parecía mas una risa media reprimida. Seguí mi camino por el largo trayecto de la estación de metro Quilin hacia el paradero que queda al frente del mall. Antes de subir la escalera, esa que me deja en la rotonda, al lado del paradero, me saluda el desventurado y reconocido personaje "Tengo hambre", obviamente pidiéndome una monedita pa comerse una sopaipilla del carro de la tía. "Sorry tío, no me queda ni uno".- "Ta bien, que dios le bendiga" me dijo con una expresión en la cara que no pude descifrar por su desordenada barba que le cubría la gran parte de su rostro. Antes de pisar el primer escalón, paré y me di la vuelta para observar al vago, no se por que lo hice, creo que siempre paso por ahí y no me fijo en nada. Bueno, resulta que había algo que me llamó más la atención que el mismo vagabundo; Era un sujeto con bastón, cara seria, y lentes muy oscuros, era un ciego que estaba parado en medio del pasillo sacando un cigarro de un bolsillo, y encendiéndolo con gracia, parecía como si en realidad pudiera ver lo que le rodeaba, me daba la sensación de que supiera donde caminaba con perfecta precisión, como si contara los pasos todos los días que pasaba por ahí " 15 para la derecha, 3 para adelante, 78 para la izquierda ". Y ahí estaba, caminando al ritmo de su bastón que parecía un metrónomo de 68 B/p minuto. Subí hacia el paradero, me puse los audífonos, como costumbre los asientos estaban todos ocupados, pero me logré sentar al lado de un niñito que vendía flores de goma eva que seguramente hizo su mamá, era un niñito chico, moreno, de ropa sucia, de aspecto fatigado, pero lleno de vida y dispuesto a venderle a quien fuera. "Quiere una flor?".- No gracias, le respondí al crío con una sonrisa en la cara. La misma pregunta le hizo a cada ser humano en ese paradero: "No tengo plata", "Hummm no, no",(haciendo gesto de no con la cabeza), "no gracias niño".. cada quien tenía su manera en particular de decirle que no querían un palito con un trozo de goma eva enrollado en la punta. "Quiere una flor"? le preguntó al ciego, "hmm, cual es la flor mas bonita que tienes?", "Esta es la mas bonita, esta la hice yo", le dijo el niño, el ciego hacía el gesto de apreciar la flor con detalle, la tocaba, la contemplaba, "esta flor realmente es hermosa .." sacó su billetera, tenía compartimientos para cada billete, sacó mil pesos " Toma, quédate con el vuelto", "Gracias señor!" dijo el niño con una sonrisa que se le quedó pegada en su pequeña cara morena, en ese mismo momento la micro D17 llegó, y el ciego le preguntó al niño que cual micro era esa. "Es la D17, acaso no puede observar"?



.. jajaja, yo?, claro que puedo observar, puedo observar de manera mucho mas profunda que toda la gente que está acá, yo solamente no puedo "mirar", ahora si me puedes llevar al primer escalón de la micro, te lo agradecería pequeño mocoso.

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